Cuando al fin me inspiré
ya no te amaba
preferí escribir sobre el pájaro
que se posa en los cables de luz
desafiando al cielo.

Aquí lejos
seguimos los innombrables
encogiendo el mundo para echarlo a rodar
esparciendo la semilla para vernos florecer
tomando distancia para mirarte de cerca
escribiendo tres puntos finales para despistar…

Volverse loco en esta pieza
o volverse pieza en esta locura
dos caballos cojos en los que nadie apostaría
ganó el que además era ciego
la meta era desbocar la intuición.

En una galaxia 
de migas de galleta el Uluru 
puede desplomarse con mi arácnido repiqueteo
la luna ser el glóbulo blanco 
que me protege de la noche amarga en el café
tan solo la lágrima conservará su inmensidad
si desnudo cada pequeño corazón 
que albergó un amor infinito.

Entre poema 
y poema
la verdad se enema.

Tengo tantos 

poemas incompletos tantos 

que podría construir 

y deconstruir un rompecabezas

algo así como un espejo trizado que refleja 

cada emoción que no supe describir

y va deformando filosamente mi corazón

cada vez que me enfrento a él.

La vida es una muerte lenta
decía una pared derrumbada
hay que saber leer entre líneas
los recuerdos no solo son escombros
sino también un refugio del ocaso.

Exactamente
aquí 
unos pálpitos atrás
había un poema poemita
que se voló apenas
con un suspiro de amor
el infinito jugará con él
con sus dedos 
de pájaro hambriento.

Si hubiera tomado el camino opuesto
habría contemplado a la mariposa
y el caos en mis letras sería el mismo.