lunes, 9 de mayo de 2011

Señorita




“Te quiero, qué comienzo”
Enrique Lihn




Luego de saber que existías
en tus propios poemas
y al ratito en mi propia vida
con esa voz dulzona esos ojos rasgados como horizonte palpitando
esa piel crepuscularia esos pechos pequeños
que nunca miré lo juro
y esa sonrisa sin márgenes otro de tus poemas
te observé

casi un año diría
si soltamos de una y por todas
la golondrina que me cagó en plaza ñuñoa
la misma que tiene cara a cara la miseria y al alcalde reelecto
y una fuente peripuesta que estorba en las fotos
donde confundí en una mano cicatriz por río
donde confundí en la otra limosna por suerte
y alargó el invierno y peor aún la primavera
gesto tras gesto
retazo tras retazo
ausencia tras ausencia
te observé

entonces inconsciente comencé a colonizarte
y viceverso
supe por ejemplo
que tus dedos son otra jaula que se vuela
y tu corazón la punta de un iceberg
filoso e inocente
que pasas tan piola como la luna y esta noche te tengo perfecta
pero lejos
que las flores enhebran en tus vestidos como las bestias en tus muñecas
y que tus fotos son alérgicas al polvo

ya sé ya sé
soy pésimo observador
no creas solamente que te miro distinto
la cosa es que el tiempo ese náufrago entre archipiélagos
encalló con la noticia de que debía inventarte algo más lejos
un poquito más
digamos a un acento de distancia
o unas dos mil horas a pie
que es como anda el amor a veces

de ahí que la última moneda fuera un tiro al aire
y mezclé a puccini con pisco barato
y bajé el volumen al pasado
y una voz ronca casi de profeta
y qué linda es un cliché
y cuánta osadía verte
frente a frente
o sea
boca a boca dije
te quiero

qué desastre