lunes, 29 de noviembre de 2010



Antes de colgarme consulté a dos especialistas:
El psicólogo me diagnosticó potencial suicida
El poeta me diagnosticó potencial


lunes, 1 de noviembre de 2010

Poder



Todo lo que sube tiene que bajar
y no sólo nos avala el obvio de Newton
también algunos académicos de la esperanza
ilusionistas que no desaparecen
josé, soledad, ernesto, simón
ninguno con número romano ninguno con número ocupado
nos avalan sólidas plegarias
que el cielo reembolsa en líquidos lamentos
algunos green go home que nos espían pero no entienden nada
la eternidad que abren dos bocas previamente advertidas
el cítrico sol que viene a desafiarnos
la pelota que pusimos en órbita cuando críos
incluso para el escéptico de dylan

creo que este bisílabo concepto satélite
nunca etcétera
cada vez más singular que llamamos poder
sólo con mirar abajo le entra un vértigo parecido
a la desesperanza que profesa
cuando la física no la del cole
la del río ardiente bajo la piel
se tira contra la corriente
y conciencia es igual a la masa partida por el dolor y el hambre
echando abajo el muro de los lamentos de este sótano mundial
sacudiéndose los escombros del futuro
porque jode que nos hayan expropiado hasta lo inexplicable
los brazos del trébol las piedras errantes
la leche pobre que baja por la cordillera
la aurora con sus flechas de jazmín
los pasillos del bosque que barnizaban nuestra piel

jode que la memoria sea otro museo abandonado
que ni con revoluciones ni banda ancha
la historia haya aprendido a amarrarse los zapatos
y las sonrisas se vuelen para comer las migas arrojadas
y que la niñez jubile a los 18 años
y que jesús siga engordando en la última cena
y que este discurso quizás una errata del clamor

cuando esta rueda vuelva a besar la tierra
yo no estaré aquí o tal vez sí
en el eco de la pólvora roja en el lomo herido de la trinchera
en el pabilo de los ojos de tu nieto huérfano
yo no estaré aquí
porque ya voy tarde
como la ira llega al dolor
como las manos a lo que perdimos
esperando que esta hoja esquilmada no me vacíe
y entregue sólo las palabras que se le escapan
a la conciencia licuada en soledad
hasta el precipicio del papel
con la demagogia implosiva del poeta

pero este único grito, grito único
recoge todas las voces todos mis huesos
desde la abismal garganta de la américa sin nombre
sin la plaga pectoral sin las várices aduaneras
que palidecieron esta tierra como un invierno monárquico
expectorando los surcos que tiene el hombre para volver a ella
estornudando la raíz del tiempo que sólo existía en el melificado sol
y en las manos que cosechaban sonrisas aprendices

poner de pie las manos
abrir los caminos como un ciclón de sangre robada
qué es la tinta sino sangre abrazada por el fuego
me dice el paréntesis que encierra toda lágrima
contraatacar con ese fuego las cenizas del poder
y entre nosotros repartirlo al pobre
(que vive como rico)
como un rompecabezas de millones de trozos y destrozos
muebles que vuelven a ser roble
charcos que vuelven a ser mar
corazones que vuelven a ser corazones
para legar a quienes esperan la luz verde
que enciende un beso maduro
no una mancha en el universo
no el cuesco de una roca
sino un ovillo de caminos hacia la casa del soldado

este es mi flaco legado
mi arcoiris tras la anegada vida que calculo me llevaré
entre las hojas que arruga el otoño
caerá una hoja vieja que pisará la gente nueva
llevándome su huella llevándose mi huella